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Opinión

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Aprendiendo a contar

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José F. Otero | TIC y Desarrollo

José F. Otero

Durante los pasados días se ha publicado bastante en los medios del país sobre un tema no tan simple como muchos pueden pensar. Me refiero a la forma en que se contabilizan líneas activas para servicios móviles en el mundo de las telecomunicaciones. Así como los gobiernos se dan palmaditas en la espalda hablando de niveles de penetración celular (porcentaje de teléfonos por cada cien habitantes), presentando niveles de sobresaturación, la cruda realidad nos muestra que, al menos en América Latina, del 15 al 30 % de las personas no cuentan con servicio celular.

Si miramos las cifras publicadas en México por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), vemos que en 2024 el país reportaba un 112 % de penetración móvil. Sin embargo, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), que publica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para el mismo año mostraba que solo el 81.7 % de los mexicanos era usuario de servicios celulares.

Esta dicotomía estadística tiene múltiples explicaciones. Algunas se originan en vacíos regulatorios (no debe interpretarse como algo negativo), otras en las prácticas de desconexión de cada operador que se formulan según su estrategia de negocios y, en ocasiones, por avances de la tecnología.

Comenzando por el final, la tecnología eSIM, también conocida como SIM incorporada, ofrece conveniencia y flexibilidad a los usuarios móviles, pero contribuye significativamente a la sobreestimación de líneas móviles activas, especialmente en mercados con un alto uso de prepago, como el mexicano.

A diferencia de las tarjetas SIM físicas tradicionales, las eSIM están incorporadas directamente en el dispositivo y se pueden activar digitalmente, lo que permite a los usuarios descargar y cambiar entre múltiples perfiles sin cambiar el hardware. Esta flexibilidad digital introduce varios desafíos para medir con precisión la actividad de los suscriptores. Por ejemplo, un solo dispositivo puede almacenar múltiples perfiles de eSIM de diferentes operadores, pero los usuarios suelen utilizar solo uno a la vez.

El problema se agrava por la facilidad de activar eSIM, a menudo con solo un código QR o un toque en una aplicación. Como resultado, muchos perfiles se activan y luego se usan rara vez, pero aún se consideran activos dentro del sistema del operador. Además, a diferencia de las SIM físicas, que a menudo se desechan cuando ya no se necesitan, los perfiles de eSIM pueden permanecer en un dispositivo o en los sistemas de aprovisionamiento del operador sin una desconexión formal.

Esto lleva a una acumulación de líneas técnicamente activas, pero funcionalmente inactivas. Adicionalmente, dado que la deserción —el proceso de identificar y eliminar líneas inactivas— se basa típicamente en la inactividad de uso (por ejemplo, sin llamadas, mensajes de texto o datos en 60 o 90 días), las eSIM dificultan la detección de la deserción. Muchos operadores retrasan la eliminación de perfiles no utilizados, lo que les permite mantener un mayor número de suscriptores en papel.

Esto no es todo, ya que el impacto de las eSIM se magnifica cuando se combina con la portabilidad de números móviles (PNM). El impacto es sencillo: inflar el número reportado de líneas móviles al permitir múltiples representaciones técnicas de un solo usuario o número.

Además, la PNM permite a los usuarios cambiar fácilmente entre operadores al portar su número con una fricción mínima, a menudo de manera digital e instantánea. En muchos casos, después de que un número es portado a un nuevo operador, el antiguo operador puede retrasar la desactivación o la baja del perfil, especialmente en sistemas de prepago donde los contratos de usuario y la verificación de identidad son menos estrictos.

Esto puede resultar en que tanto los operadores antiguos como los nuevos informen al mismo tiempo el mismo número como activo. Además, en mercados donde la supervisión regulatoria es débil y la conciliación de bases de datos de suscriptores no se aplica estrictamente, los operadores pueden mantener perfiles de eSIM no utilizados o portados en sus sistemas durante períodos prolongados. Esta falta de sincronización y responsabilidad conduce a usuarios fantasma y cifras de suscriptores artificialmente infladas. Como resultado, las tasas de penetración móvil y las métricas de rendimiento basadas en suscriptores pueden estar distorsionadas, proporcionando una imagen engañosa de la actividad real del mercado.

En América Latina, incluyendo México, estos problemas son especialmente pronunciados debido a factores estructurales en el mercado móvil. La región tiene una alta prevalencia de planes de prepago, usualmente entre el 70 % y el 80 % del total de líneas móviles, lo que naturalmente conduce a una mayor rotación y volatilidad.

Los usuarios cambian de proveedor con frecuencia, dejan que las tarjetas SIM caduquen sin cancelación formal y poseen varias tarjetas SIM o perfiles de eSIM para aprovechar las promociones o hacer frente a las limitaciones de cobertura. Sobre todo, cuando cambian de proveedor sin necesariamente cambiar de equipo celular, fenómeno cada vez más común según cifras de Counterpoint Research.

Cuando se habla de líneas móviles activas, por lo general se hace referencia a una sola línea que se usa regularmente, pero las demás pueden permanecer registradas y contadas como activas, sesgando los datos. A esto se suman las definiciones vagas e inconsistentes de "activo" entre los operadores. Algunos cuentan las líneas activas si hay algún uso dentro de los 30, 60, 90 o incluso 180 días. Otros consideran que los SMS promocionales o una recarga reciente son suficientes para mantener una línea clasificada como activa.

El hecho de que cada empresa decida la metodología que utiliza para determinar si una línea móvil está activa no es un dato menor. No es lo mismo imponer condiciones de recibir y generar tráfico que asignar montos mínimos de recarga. Sobre todo, en un entorno donde el spam por medio de mensajería de texto (SMS) está en rápido crecimiento, una línea celular que recibe un SMS no deseado podría considerarse como activa, pues tiene tráfico entrante.

Como se dijo anteriormente, los períodos establecidos para la cancelación de una línea son comúnmente de 30, 60 o 90 días de inactividad. Aunque muchos operadores se pueden hacer de la vista gorda y no aplicar esta regla, dando como resultado que muchas líneas "canceladas" se mantengan. Al usar ventanas más largas o retrasar la desactivación, los operadores pueden reportar bases de usuarios más grandes, incluso si el tráfico real ha cesado. Esta distorsión afecta una variedad de métricas, incluyendo el ingreso promedio por usuario (ARPU), las tasas de penetración móvil y las valoraciones de los operadores. En los mercados prepago, donde los márgenes ya son estrechos, los números inflados de suscriptores también pueden socavar las decisiones políticas y la planificación del servicio universal.

Un fenómeno muy interesante en América Latina es ver cómo el tráfico móvil de un operador se mantiene sin grandes cambios o hasta muestra crecimiento negativo, mientras su base de líneas activas continúa creciendo mes tras mes.

Aparte de las razones antes mencionadas, otros factores que contribuyen al sobre conteo de líneas incluyen las mudanzas de las personas a otras localidades donde deciden utilizar otro operador, o al extranjero, donde simplemente (los prepagos) dejan de hacer recargas. Las muertes, los encarcelamientos y enfermedades también pueden impedir que las personas puedan usar el servicio celular, por lo que dejan de recargar, aunque se les esté considerando como usuarios activos.

Estudios académicos han encontrado que la rotación del prepago puede extenderse hasta 12 meses después de la última actividad, demostrando aún más cómo las líneas inactivas pueden permanecer en los sistemas de los operadores mucho más allá de su uso en la vida real.

Es por esta razón que estimaciones de la industria sugieren que entre el 20 % y el 35 % de las líneas prepagas reportadas en América Latina, incluyendo México, están inactivas o solo marginalmente activas. En otras palabras, en América Latina, si le damos un 70 % de su base móvil como prepaga de alrededor de 896 millones de líneas celulares existentes, según GSMA Intelligence, alrededor de unos 627 millones serían prepagadas, de las cuales entre 125 millones y 188 millones de líneas contabilizadas como activas no lo serían. En México, cifras de The Competitive Intelligence Unit muestran que hay unos 155 millones de líneas móviles activas en el país, de las cuales unos 129 millones son prepago. Si se usan los promedios regionales, vemos que entre 25 millones y 39 millones de líneas contabilizadas como activas no existen en el mercado.

Obviamente, los eventos que inflan el número de líneas activas que puede tener un operador no se limitan a uno o dos actores del mercado. El impacto es para todos, por lo que pensar que mientras un operador posee un sobre conteo en su base de 2 % a 5 %, mientras que sus competidores lo tienen de 30 %, difícilmente sea realidad, a menos, como se ha visto en mercados como el Caribe, que un operador tenga como política nunca desconectar sus líneas. Es por esta razón que comparar el crecimiento de líneas con el crecimiento en tráfico sobre estas es siempre un ejercicio bastante interesante.

La supervisión regulatoria también es débil o inconsistente en toda la región. El hecho de que no exista una metodología estandarizada para contabilizar Usuarios Activos Mensuales (MAU) y la falta de definiciones armonizadas significa que los números de suscriptores probablemente estén inflados.

Hace más de 20 años, cuando trabajaba en un proyecto sobre la contabilización de líneas móviles activas, mi recomendación fue emular para el segmento prepago lo que en aquel momento Argentina hacía para las líneas por contrato: cobrarle al operador. Recuerdo que le dije al gobierno: si comienzan a cobrar un dólar por línea declarada activa por el operador, indistintamente de que sea prepago o pospago, en menos de tres meses veremos una gran depuración de la base celular del país. El problema, según el cliente de aquella época, es que entonces ellos como gobierno se verían mal, pues serían la administración que redujo en una cuarta parte la cantidad de usuarios móviles del país.

Que la verdad no mate la ilusión de una buena narrativa.

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José F. Otero

La experiencia de José Felipe Otero Muñoz incluye un trabajo en más de 100 proyectos de investigación y escribir numerosos estudios sobre la industria de telecomunicaciones regional Consultar sobre cuestiones de política pública y tecnologías de telecomunicaciones para el Senado de la República de México, el Banco Mundial, la Inter-American Investment Corporation, la Casa Blanca y otras instituciones gubernamentales

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